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viernes, 27 de diciembre de 2024

LA VIOLENCIA NO TIENE GÉNERO, TIENE SEXO


La violencia no es neutra: tiene rostro, tiene sexo y tiene datos.

 

Desde hace tiempo, la derecha recurre al mantra-eslogan “la violencia no tiene género” para deslegitimar las políticas de igualdad —o de género— y ridiculizar en los debates públicos y en los parlamentos a quienes piden protección para las mujeres. Hoy vengo a darles la razón en un punto concreto de su discurso, la violencia no tiene género, sino sexo, y esa violencia se expresa a través  de diferentes matices y datos concretos que ellos astutamente callan o, quizá, ignoran. 

Debo decir, antes de continuar, que las políticas de género tampoco son santo de mi devoción: el día que las mujeres aceptamos sustituir la palabra sexo por género nos dimos un tiro en el pie que aún nos hace cojear. Aclarado este punto, conviene saber que, en realidad, atribuir la violencia al género (construcción social) diluye las diferencias de cómo hombres y mujeres nos relacionamos con la violencia y oculta lo decisivo que es el sexo biológico para analizar en profundidad la realidad con datos concretos. Me baso en los datos del Global Study on Homicide de la UNODC, aunque invito a buscar más información y contrastar las fuentes. Ese estudio señala que cada año se registran entre 400.000 y 450.000 homicidios intencionales en el mundo, de los cuales el 90 % los cometen hombres y el 10 % mujeres.

Traducido a probabilidades anuales, esto equivale a que 1 de cada 10.000 varones comete un homicidio frente a 1 de cada 90.000 mujeres. Dicho de otro modo, los hombres tienen una probabilidad nueve veces mayor de matar y, de cada 100 homicidios, 90 son obra de varones.

En este punto conviene hacer una observación relevante: si muchos hombres homicidas matan a más de una víctima, la tasa desciende aún más. Veámoslo con un ejemplo práctico: un asesino que mata a cinco personas reduce esa proporción real a 1 por cada 50.000 hombres. Este simple análisis demuestra que la inmensa mayoría de los hombres no mata nunca a nadie (aunque ejerzan otras formas de violencia) y debería moderar el impulso de miedo hacia los hombres en general por parte de ciertos grupos, al menos en lo que respecta al riesgo de encontrarse con un homicida.

Según datos de criminología y de la citada UNODC, los homicidios cometidos por varones responden a diferentes motivos, que van desde la violencia instrumental —crimen organizado, ajustes de cuentas, sicariato y tráfico de drogas, con objetivos de control territorial y ganancias económicas— o el reclutamiento en pandillas o estructuras criminales; hasta disputas interpersonales y pasionales —riñas callejeras, peleas de pareja, celos o venganzas en el calor del momento—; pasando por la violencia doméstica en el ámbito familiar o de pareja, motivada por dinámicas de maltrato y control. También encontramos trastornos mentales y psicopatías que derivan en homicidios múltiples (asesinos en serie) o en un solo acto extremo, así como motivaciones sexuales y de sadismo que generan delitos con componente sexual (necrofilia, tortura sexual) o búsqueda de placer sádico. Aunque minoritarios, estos casos también quedan encuadrados en la tipología de homicidas.

Por otro lado, el perfil de las mujeres homicidas difiere por completo. En la mayoría de los casos, se trata de una única víctima y suele existir un vínculo emocional o familiar —pareja violenta, hijos u otros familiares—. Los motivos más comunes incluyen la defensa propia, la violencia sufrida previamente, la desesperación o trastornos mentales puntuales (por ejemplo, depresión posparto o psicosis). Los casos de mujeres que matan por crimen organizado, búsqueda de poder o simple sadismo son extremadamente raros, y la reincidencia es prácticamente nula.

Con todo lo expuesto, puedo dar la razón a referentes como Agustín Laje, Javier Ortega Smith, Rocío Monasterio y otros: la violencia homicida no tiene género, tiene sexo. Este fenómeno no se distribuye de forma homogénea; está clara y altamente concentrado en una minoría perteneciente al sexo masculino. 

Reconocer que la variable relevante es el sexo biológico —y no el género— permite orientar también una mirada crítica más completa hacia otras violencias. Cuando hablamos de golpes y malos tratos los números tambien han de ser fruto de un estudio riguroso, que tanto a derecha cuanto a izquierda o al feminismo debería importar. Números reales que nos permita trabajar a todos objetivamente para tratar de erradicar la violencia en la medida de lo posible. 

Para concluir quiero dejarles otros datos, que dicen más que cualquier cosa que yo pueda añadir, de los aproximadamente 450 000 homicidios anuales en el mundo, según la UNODC, 81 % ≃ 364 500 personas son víctimas masculinas y  19 % ≃ 85 500 personas son víctimas femeninas.  

Y el 60% de las mujeres que mueren asesinadas...mueren en un entorno doméstico a manos de su pareja o su expareja. Sin duda merece la pena pensar en todo esto.

Isabel Salas

 

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Aquí están los enlaces de referencia para consultar

  1. Global Study on Homicide (UNODC)

  2.  Informe completo (PDF) – Global Study on Homicide 2018

  3.  Base de datos UNODC – Estadísticas de homicidio

  4.  Violencia contra las mujeres – WHO (datos sobre homicidios en el ámbito doméstico)

  5.  Agustín Laje (Wikipedia)
    https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Laje

  6.  Javier Ortega Smith (Wikipedia)
    https://es.wikipedia.org/wiki/Javier_Ortega_Smith

  7.  Rocío Monasterio (Wikipedia)

    https://es.wikipedia.org/wiki/Roc%C3%ADo_Monasterio

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